Cuando supe de la renegociación que desarrollaba el Gobierno con la empresa concesionaria de los aeropuertos pregunté a uno de los negociadores si no era más fácil y rentable finiquitar el contrato. La respuesta del entendido fue:” No es tán fácil. Concesionar un bien público no es malo en sí mismo. El tema está en las condiciones del contrato” Me explicaron que la tendencia mundial es a concesionar los servicios aeroportuarios parcial o totalmente y que Vinci es la empresa líder mundial en ese rango. El ex presidente Leonel Fernández otorgó la concesión para la operación de seis aeropuertos en 1999. En septiembre del 2008 la compañía Advent International compró el cien por cien de las acciones de Aeropuertos Dominicanos Siglo XXI (AERODOM) al Grupo Hazoury, a Vancouver Airport Services y a otros inversionistas locales, cuyo importe de la transacción no fue precisado en ese entonces. En diciembre del 2015, el principal accionista de Aerodom, Advent Airports, B.V, anunció que suscribió con la francesa Vinci Airports un contrato de compra venta de sus acciones en esa empresa concesionaria para la gestión de los aeropuertos dominicanos. Del 99 para acá han pasado 24 años, los aeropuertos han pasado por tres manos, las operaciones de compra y venta de la concesión han sido sumas más que millonarias y no entiendo cómo es que eso no han significado nada para el Estado. Yo supongo que el contrato original con el grupo Hazoury, que ahora quiere abrir otro aeropuerto en el Este, fue más o menos “Te voy a dar los aeropuertos para que te ganes algo” Traté de conseguir el contrato original y lo más que pude encontrar en una publicación de la revista Rumbo de la época fueron los siguientes datos: al momento de ser premiados con la concesión AERODOM tenía un capital autorizado de 100 millones de pesos y un capital suscrito y pagado de 10 millones de pesos. Gastó 30 millones de pesos en la preparación de la propuesta para la obtención de la concesión y se comprometió a una inversión de hasta 417 millones de dólares en los seis aeropuertos concesionados. Es evidente que ese último compromiso no se cumplió y sería saber cuánto dinero generó en beneficios para la empresa concesionaria en estos 24 años. La suerte que tienen algunas fortunas dominicanas no se acaba nunca y el tiempo lo borra todo. Mucha de esa gente enriquecida hasta cuatro generaciones con los recursos y facilidades que da el estado dominicano nos enrostra nuestra condición de pobres. Uno se tiene que sentar a esperar cuando carajo es que van a ahorcar blancos.