Este país es curioso mientras miles de campesinos de Barahona son expulsados de sus pequeños predios y se les condena al hambre y la marginalidad; los partidos políticos reciben miles de millones de pesos para promover esta democracia dudosa. Yo defendí la financiación de los partidos pero supongo que un estado debe tener prioridades. Desde unos meses el consorcio azucarero inició el desalojo de los pequeños predios que quedan en manos de agricultores pobres en las provincias de Barahona, Bahoruco y una pequeña franja de Pedernales. Esos son los que sobrevivieron de la primera oleada privatizadora en el 1997. La empresa alega que son tierras dentro del área que le fue concesionada. Desde aquí pocos entienden lo que pasó en las provincias liquidadas con la privatización especialmente San Pedro de Macoris y Barahona. San Pedro tuvo un ligero respiro con las zonas francas y pero Barahona no tuvo nada. En la subregión Enriquillo la pobreza afecta a más de la mitad de la población y el desempleo llega hasta el 80%. La angurria de los empresarios azucareros no tiene que ver esos números pero el gobierno si. El consorcio azucarero recibió la masa de la industria con el único ingenio con sistema de irrigación, con vías férreas en perfecto estado y un puerto. Los problemas de la industria como los bateyes y los servicios a la gente se lo dejaron al estado. Yo quiero que el director del IAD que ha defendido los desalojos y el ministro de agricultura que es su jefe me digan que va a hacer un pobre de solemnidad desalojado de un conuco de menos de diez tareas. Quiero que me digan que va a hacer el que en medio del sur es próspero porque tiene 50 tareas si el ingenio le quita el agua. Como si fuera poco esta segunda oleada privatizadora concesionó el puerto de Barahona y la explotación de caliza a una empresa llamada belfond. La diócesis de Barahona se pronunció ayer como han hecho de manera tradicional los obispos de los pobres desde la llegada de Monseñor Fabio Rivas al pobre suroeste. Sus pares de por aquí tan defensores de la vida cuando se trata de una vagina deberían empezar a preocuparse por aquellas vidas condenadas no a la miseria sino a la abyección. El gobierno está armando un polvorín en el peor lugar del país porque es donde la gente hace mucho que no tiene nada que perder.