Nadie duda de que José Ramón Peralta era uno de los hombres más poderosos de la RD durante los gobiernos de Danilo Medina. El enorme poder político se tradujo también en iniciativas de negocios prósperas que hoy continúan y aunque popularmente se asociara al control del ajo y sus importaciones es probable que esa no haya sido su proyecto empresarial más importante. Hay que recordar que aunque de bajo perfil, ABODOM, la empresa que iniciara junto al también ex ministro Ángel Estevez en el primer año de gobierno de Medina hoy es una empresa que compite en el mercado local de los fertilizantes. Yo recuerdo y quizás ustedes también lo hagan, la fecha en que un competidor en la importación de habichuelas tuvo que devolver a EStados Unidos un cargamento de granos luego que el ministerio de agricultura le impidiera el acceso al país bajo el argumento que lesionaba la producción local pero en el mismo barco ingresaba un contingente importado por las empresas del ministro sin ningún problema. Así se manejaban las cosas. El preámbulo es para situar la realidad del hoy imputado en la operación Calamar que, como es normal, anda dando saltos y buscando apoyos que le permitan salir de prisión. Todas sus acciones legales son válidas en buen derecho. El José Ramón Peralta que vi el pasado viernes, reclamando su derecho a estar en libertad, en los tribunales es el mismo que conocí como un hombre afable antes de llegar al gobierno de Medina.Pero el poder le cambió. Pocas cosas dañan a un ser humano como la soberbia que da el poder y no lo digo por Peralta o YANALAN de quienes supongo quisieran borrar determinadas acciones de su vida. La soberbia es el primer pecado capital, es el que más daña porque se establece en el poder de uno sobre los otros y por tanto causa más dolor. Todas las expresiones de soberbia implican un ser que se considera más que los demás o por encima de los demás sin importar la naturaleza de esta prevalencia o idea de la superioridad. Saber más, conocer más, sentir que sus ideas o actos pueden ejercer dominio sobre otros y otras es soberbia. No hay un soberbiometro pero hay gente que está en los niveles más bajos de ese indicador aunque hay otros que se mantienen en el más alto nivel. Esta mañana cuando leía las declaraciones del ex presidente Leonel Fernández en las que insiste en que el presidente actual no tiene nociones de cómo gobernar tuve que pensar en cuáles serán los niveles de soberbia y hasta dónde llegará la aguja del soberbiometro para un ex presidente que considera que es el único capaz de liderar la nación.