El sábado la última pregunta que me hicieron los participantes en el parque Van Cortland en el Bronx fue si yo creía que en República Dominicano estábamos en el gobierno del cambio. Mi respuesta fue yo entiendo que el gobierno de Abinader no significa un cambio porque hay mucha gente atada en el PRM a las viejas prácticas de la policía pero de que el país cambió nadie lo puede negar. Ayer renunció el superintendente de electricidad a apenas dos semanas de que el poderoso ministro de la presidencia, Lisandro Macarrulla, tomara licencia. Como hasta ahora ninguno de los funcionarios que ha tomado licencia por cuestionamientos públicos ha regresado hay que esperar que la de Macarrulla sea definitiva. El superintendente eléctrico que renunció ayer, ya había sido cuestionado públicamente por supuestos conflictos de intereses antes que la oleada por un aumento de salarios en beneficio propio en el momento en que los usuarios de energía pegan el grito al cielo por el alza de tarifa pusiera su nombre en el candelero. En algún momento en el estado se revisará los privilegios de algunos puestos por ahora Abinader tendrá que buscar otro superintendente. El Balance del ciclón batatero de la presión social es tres ministros siquitrallados y uno licenciado. Dos directoras de Conani se ha ido, la ultima el pasado sábado. El director del Correo está en su casa y el que fuera de la lotería sometido a la justicia en la llamada operación trece. Hay gente que no quiere o no puede ver los positivo de este fenómeno pero desde aquí creo que debemos saludarnos a nosotros mismos por la capacidad de mantener las riendas tensas ante el intento reiterado de varios funcionarios y funcionarias que defienden el estado-Botín y que entienden que el gobierno es para buscársela. Hay que reírse de los peledeístas que critican estas salidas del gobierno bajo el argumento de que en su gobierno no pasaba. Deberían callar aunque la desvergüenza con la que hablan es casi patológica. Ni Leonel Fernández ni Danilo Medina expulsaron a ningún señalado de corrupción porque la corrupción en los gobiernos se convirtió en una política publica. Quienes creen que el país es el mismo están equivocados y la relación de los que se han ido con el rabo entre las piernas así lo demuestra. La lucha contra la vieja práctica política es permanente. Lástima que son los políticos los que no se enteran de lo que está pasando.