Haití salió ayer de una huelga nacional de tres días y empieza otra mañana. No hay que decir que el país vecino está a la deriva porque eso lo sabe todo el mundo. Cada crisis en Haiti tiene un alto impacto en la vida dominicana pero como en toda crisis hay beneficiarios y los comerciantes de cualquier cosa en la frontera son quienes mejor lo saben. En el año 1991 tras el derrocamiento del presidente Jean Bertrand Aristide la Organización de Estados Americanos impuso un embargo económico al país vecino que incluyó el congelamiento de cualquier tipo de bienes que tuviera Haití en los Estados Unidos, país que promovió la medida. Fue un momento de auge económico de la frontera dominicana porque se traficaba a Haití cualquier tipo de cosas desde comida hasta materiales de construcción, pero el fuerte del tráfico en ese momento fueron los combustibles. El asunto fue tan grave que el gobierno tuvo que militarizar las estaciones de gasolina para garantizar que los ciudadanos dominicanos accedieran a los combustibles pues los dueños de estación preferían vender a los haitianos a sobreprecio. Para ese momento trabajamos junto a Alicia Custals y Adalberto Grullón un documental que se llamó Haití en la hora de la definición” para el que recorrimos la frontera desde Manzanillo hasta Pedernales. Se traficaba combustible en camionetas, se usaban tinacos, tanques y hasta garrafones a lomo de mulos y caballos en las zonas más aisladas de la franja fronteriza entre Sabana real y Cañada Miguel. Los diarios traen esta semana varios casos de detenciones de operaciones de tráfico de combustibles que los ciudadanos debemos de ver de una manera diferente porque contrario a los noventa cuando el petróleo estaba barato y que los negociantes dominicanos vendieran e hicieran negocios era y es bueno, ahora se trata de combustibles subsidiados. Datos de día de ayer indican que en lo que va de año los subsidios a los combustibles se han llevado más de 29 mil millones de pesos y que ya se ha creado una deuda superior a los mil 300 millones. Los combustibles representan más de 70% de todos los subsidios. Lo que es un gran negocio para un reducido grupo de comerciantes que venden diesel y gasolina a sobreprecio lo pagamos todos los ciudadanos con el dinero de nuestros impuestos. El problema actual no es garantía de abasto. El país ha cambiado hace 30 años en cada municipio fronterizo había quizá una estación de combustibles. Ahora eso se ha multiplicado y por tanto no habrá escasez, pero el gobierno dominicano no puede subsidiar el consumo de dos países y algo habrá que hacer para frenar el desorden fronterizo.