Desde la guerra restauradora, el Cibao ha sido el gran protagonista de la vida dominicana. Ese protagonismo ha estado asociado fundamentalmente al impulso económico de la región naturalmente más próspera y al pensamiento político propio de la independencia económica. Eso no ha cambiado en 160 años. El este hatero y el sur explotador de madera hasta bien entrado el siglo pasado y la capital como centro administrativo dependieron de la prosperidad y la independencia que da la prosperidad cibaeña durante mucho tiempo. Moscoso Puello dice en una de sus cartas Evelina que el hombre de la capital estaba sentado esperando un empleo e incluso que había una especie de Aristocracia del empleo público alrededor del parque Colon que era el centro político del país antes de la dictadura de Trujillo. El cibaeño por su parte exportó riqueza desde el siglo 19 y lidera el pensamiento político democrático del país desde ese momento. En lo que no se equivocó el tal Marx fue en el análisis de que el pensamiento político y la perspectiva de una sociedad está asociado a la realidad económica. Ayer las principales entidades empresariales del Cibao firmaron un documento en apoyo al ministerio público y es el primer sector del empresariado nacional que fija una posición frente a los procesos de justicia en los que es investiga y juzga la corrupción política. Para Hoy, también en el Cibao, un grupo de organizaciones ha convocado un paro de 24 horas con una agenda reivindicativa tan amplia como difícil de cumplir. Esa agenda amplia muy positiva no establece un compromiso frente a nadie porque sería imposible que alguien estuviera en contra de sus demandas. Nadie puede estar en contra del acceso a servicios básicos como agua potable, electricidad y educación de calidad, así como la protección del medio ambiente y los derechos de las mujeres y las poblaciones más vulnerables. Pero tampoco nadie puede cumplir ninguna de esas demandas en un plazo establecido porque son demandas de largo plazo. En el país tenemos experiencias exitosas de acciones de esa naturaleza pero no son abundantes por lo menos desde 1990 hasta acá. Los ejemplos abundan. El drama de estas convocatorias es que si no cuentan con respaldo real buscan hacer cumplir el llamado con acciones propias de la década del 60 y si logran el respaldo entonces se debilita el sector organizador. Si la convocatoria fracasa, fracasan sus organizadores y si es exitosa qué ganan, que viene el día después cuando ni este ni ningún gobierno puede resolver ni siquiera en un período un pliego de demandas que es de largo plazo. Nuestro escaso avance institucional ha sido producto de presión constante y largas negociaciones políticas. De transacciones en las que hay que luchar contra el aparato político acostumbrado a negociar en beneficio propio, pero a menos que se espere una salida con las armas es así que se negocia en una sociedad moderna a pesar de…