Leonel es el gran expositor, Abinader un técnico seco y Abel un repentista. Ese es más o menos el perfil de los tres aspirantes a la presidencia que debatirán sus ideas hoy en el anfiteatro de la UNPHU. Será la primera ocasión en que un presidente dominicano en ejercicio acepta debatir con los candidatos de la oposición. Dos párrafos de la agencia EFE describen el cuadro de HOY: “El jefe de Estado, del gobernante Partido Revolucionario Moderno, fue el primero en confirmar su participación en el debate, organizado por la Asociación de Jóvenes Empresarios y al que solo fueron convocados los aspirantes de las formaciones políticas mayoritarias. De esta manera, Abinader se convertirá en el primer mandatario que, en proceso de repostulación, participa en un debate, según él mismo dijo al aceptar la invitación al encuentro, que mantiene expectante a la población. El debate o los debates han generado expectativas en los círculos de clase media, no así en los sectores populares. Quizás estamos en el inicio de una nueva cultura y por tanto los aprendizajes se irán construyendo. Si usted lo mide por la incidencia en las redes sociales se dará cuenta de que las informaciones sobre el tema vienen de los medios y partes interesadas y rara vez de la ciudadanía. Pero este debate es histórico. Aunque esté orientado a una minoría de la sociedad siempre será esa minoría la que más incida en el resto. De si tendrá incidencia sobre los electores no necesariamente. Se ha escrito mucha teoría sobre la influencia de los debates en el electorado y no hay acuerdo. Todas las sociedades no funcionan igual. Las encuestas conocidas en RD indican que el 70% de los electores ya han decidido por quién votarán. Mi expectativa particular es que el perfil individual de los participantes marcará este ejercicio. Abinader será quien más hable porque tendrá que replicar a los dos retadores. Leonel Fernández se estrenará en la contraposición de ideas y habrá que ver. El candidato del tercer lugar tendrá que tirar patadas voladoras y saltos por los aires porque lo otro es dejarse aplastar.