Hace 14 años un grupo de jóvenes instaló un campamento en Gonzalo, Yamasá en contra de la instalación de una cementera en Los Haitises. Esa fue una de las movilizaciones sociales que fueron despertando la conciencia pública sobre temas ambientales, sociales y políticos que concluyeron con otras más grandes como fueron la lucha por el 4% para la educación, la Marcha Verde y la Plaza de la Bandera. El entonces presidente Leonel Fernández había defendido la instalación de la cementera y la reacción frente al campamento fue un allanamiento en búsqueda de armas y drogas. Lo digo porque Google lo recuerda. La cementera no se instaló y el parque nacional como todo quedó en la inercia ahora acosado por depredadores hormiga que talan cada día un pedacito de los Haitises para sembrar yautía. Ayer volamos sobre Los Haitises para comprobar in situ, el drama que se puede describir de la manera siguiente: Por lo menos medio centenar de pequeñas quemas, decenas de campamentos visibles desde el aire donde sobreviven jornaleros contratados para devastar y sembrar una sola cosecha y decenas de hornos de carbon. Hablando con gente que conoce el drama nos explican que en la mayoría de los casos los taladores son haitianos que resisten la dureza del trabajo porque en muchas zonas no hay ni siquiera agua y las vías de acceso son escasas. Los dominicanos con dinero que les contratan compran la cosecha de yautía y les permiten quemar la madera para hacer carbón en beneficio propio. Contrario a lo que vimos en La Sierra donde cinco o seis grandes empresarios tienen el control del desmonte esta es una labor de hormigas pero que destruye de igual manera. El drama que vimos en Los Haitises amerita una acción de largo plazo. Lo único que tiene en común con la sierra es que aparentemente los depredadores han empezado a usar productos químicos como herbicidas para facilitar su trabajo. Se distingue de la quema porque la vegetación cambia de color a tonos que no son propios de nuestro país. Yo no sé como se debe afrontar esta realidad porque las acciones anteriores en ese parque incluyeron la presencia militar en gran escala y ustedes saben lo que pasa. Como en La ciénaga los militares establecen sus propios impuestos y sus propios permisos. Quizás los organismos de investigación tan atentos a algunas cosas puedan identificar a los jefes reales de esta cadena de depredación que silencionsamente se lleva una de las zonas mas bellas del país y con mayor efecto en nuestro ecosistema.