En un brillante artículo publicado hoy en Diario Libre, José Luis Taveras deja abierta una esperanza de cambio a la luz de la dirección o el liderazgo del ministerio público y el peso de su designación en el actual momento político de nuestro país. Voy a tomar dos parlamentos de José Luis para esta reflexión: “Mi incipiente optimismo no lo motiva el gobierno del PRM. Ojalá así fuera, pero los cambios de patrones, estructuras y cultura no se alcanzan en corto tiempo ni por generación espontánea. Tampoco son obras de un solo Gobierno ni este ha mostrado grandes planes de futuro” La otra frase de José Luis, y busquen el artículo completo en Diario Libre, es la siguiente: “la sociedad ha creado expectativas de cambio, esas que incorpora en forma de convicciones y que un gobierno sensible o estratégico las puede afirmar con ejecutorias consistentes. Creo que es lo que ha sucedido con la dirección del Ministerio Público que hoy tenemos. Lo que ha pasado complace una demanda social legítima” Quienes demandamos el fin de la impunidad encontramos en el liderazgo de Miriam Germán un hálito de esperanza. La mayoría de los ciudadanos así lo entiende y eso se ha investigado en encuestas. Pareciera que la única persona en no entenderlo es el ex presidente Leonel Fernández. De la tozudez de Fernández no hay que hablar porque rechazó durante 8 de sus 12 años de gobierno la idea de aumentar la inversión en educación porque a su juicio ese no era un problema. Hasta el día de HOY Fernández regatea el mérito de la designación de un ministerio público independiente a la administración de Abinader bajo el eufemista alegato de que su constitución así lo estableció. Y como la constitución del 2010 que Fernández exhibe como Bikini es su gran aporte institucional, Francisco Dominguez Brito, que hoy aspira a la presidencia de República por el PLD fue un procurador independiente y Radhamés Jiménez que fue su ultimo jefe de campaña también lo fue. Cuando me toca entrenar una persona para que mejore su comunicación pública siempre le digo que se grabe y que se escuche para que pueda ver sus fallas y corregirlas. Leonel Fernández no encuentra una sola falla ni en su discurso ni en su práctica política. Se aprendió el dogma católico de la infalibilidad del papa para atribuírselo a si mimo. Visto así Leonel Fernández es infalible, no se equivoca. Su palabra es la de un Dios. Supongo que para ejercer la política en RD hay que tener algo de mitómano. El que escuchó a Fernández ayer referirse de nuevo al ministerio público y tratar de jugar con las palabras para restarle crédito o a los fiscales o a quien los designó, tiene que llegar a la conclusión de que ese hombre está convencido de su superioridad intelectual frente a todos nosotros y que, como en la era de Horacio, es él o que entre el mar.