Hace exactamente un mes y una semana, el día seis de septiembre, dije que el presidente Luis Abinader estaba atrapado y sin salida a propósito del anuncio de cierre de la frontera si el grupo de haitianos que construye un canal no se detenía. Entonces expliqué que el canal era de un grupo privado y que la debilidad del gobierno haitiano impedía una acción en los plazos establecidos por el gobierno dominicano. Un mar de groserías está en los comentarios de esa transmisión en la que la gente menos educada no quiere escuchar razonamientos que no son más que simple sentido común. El presidente tenía que cerrar la frontera porque los presidentes no amagan y la cerró en momentos en que había una delegación haitiana en la cancillería dominicana. Estaban en la mesa de negociaciones. La negociación terminó con el anuncio del presidente que aunque entraba en vigencia al día siguiente en términos reales le daba a los diplomáticos haitianos que estaban en el país menos de seis horas para cruzar una frontera que se cierra a las seis de la tarde. Un cabo me informó que la delegación haitiana tuvo que salir del país por vía aérea a través de Miami. El presidente Abinader despertó una euforia nacionalista de ambos lados de la frontera. Desde aquí los ultra conocidos y nuevos han defendido la medida a capa y espada y cuando alguien, como nosotros, intentó decir que no se busca la salida a un diferendo con la medida más dura o trató de explicar el impacto en la economía, los que no pierden nada en las redes nos atacan diciendo que hay que sacrificar todo por la soberanía. Del lado haitiano donde hay los mismos ultras que aquí se incorporaron los nuevos que desde la diáspora haitiana en Estados Unidos y Haití han encontrado recursos para impulsar un canal que, tras el cierre fronterizo, se ha convertido en el único elemento de unión entre los haitianos en 20 años. Ayer pasaron dos cosas, el presidente de la República dijo que los días de la mano de obra extranjera están contados y por el otro lado el canciller dominicano fue a la OEA a demandar la intervención del organismo hemisférico para solucionar el diferendo. Lo que dijo el presidente es una promesa, lo que hizo el canciller es una necesidad. Los diferendos entre países se resuelven de dos maneras: o por las armas o en una mesa y la mesa es el destino final. Este comentario motivará los mismos insultos que recibí hace cinco semanas y los que he recibido a lo largo de estos días en que he tratado de razonar como lo han hecho otros colegas ante el manejo de la crisis. Hoy acepto los insultos agradecida porque cada vez me he ganado cada palabrota y la autoridad dominicana está haciendo desde ayer lo que debió hacer desde el primer día. En el camino hay 150 millones de dólares dejados de recibir de este lado y un daño a varios sectores económicos que no se sabe si se recuperará.