Roberto Fulcar intentó copiar el modelo de David Collado y fracasó. Le faltaron elementos para la ecuación. Al frente del poderoso ministerio de educación encubrió todo lo que encontró y hace tres meses que paga las consecuencias. De pasó arrastra a Abinader. Angel Hernández tiene los mismos tres meses como ministro de educación. Comparado desde el primer día con Miyagi el maestro japonés de una película famosa, el flamante ministro emula en mucho las características de la cultura nipona. Es paciente y metódico. Ayer en una entrevista con Edith Febles, el apacible ministro volvió a encuerar su ministerio y las acciones de sus predecesores en un adelanto de una auditoría que viene por ahí que supongo revelará horrores. Que en el 2018 se ordenaran casi mil millones de libros a sabiendas que habría cambios en el currículo y que esos libros están en un almacén sin que se sepa qué hacer con ellos no es una noticia porque ya lo había publicado Socorro Arias. Además todos sabemos que era una práctica en la era del PLD. Los ejemplos sobran, eso pasó en el Banco de Reservas con su famoso cambio de imagen y en instituciones como la JCE y el CEI RD. Que en los últimos cinco años se han licitado 600 mil butacas y solo se han recibido 80 mil también es una noticia aunque evidentemente es un fiambre porque cinco años es mucho tiempo. Que hay suplidores que tienen pendientes de entrega más de 300 mil dispositivos y que se han pagado 5, 500 millones en licitaciones que no han entregado nada, también es noticia vieja y se publicó en Diario Libre el pasado lunes. Hernández también reveló que se pagaron libros digitales sin comprobar la autenticidad de la autoría y que se investiga a los autores. Un párrafo de ese diálogo es relevante: “La investigación se origina porque el señor Primitivo Santos participó en una de las compañías y aparece también como autor de uno de esos libros, que eso fue lo que me llamó a curiosidad porque antes de llegar al puesto de ministro había leído en la prensa que era un chofer de vehículo. Me parecía que era un poco extraño que también fuera autor de un libro de texto. Y por eso nos pusimos a verificar la autenticidad de los libros” Hace un mes, el presidente de la República convocó a los medios a palacio para explicar la situación de más de 700 escuelas sin terminar y los esfuerzos que está realizando su administración para poder concluir la construcción incluida una ley y una unidad especial solo para eso. Cuando una lee o ve las entrevistas al ministro Hernández no puede dejar de preguntarse como es que el titular anterior no se dio cuenta de lo que encontró ni tomó medidas para evitar el bochorno actual. No hay otra palabra más que bochorno frente al hecho de admitir a un chofer como accionista de una empres y autor de libros. No hay otra palabra más que bochorno para enfrentar la evaluación que se hizo del año de educación a distancia. Roberto Fulcar fue sustituido del ministerio de educación pero en términos políticos fue defenestrado. Es difícil levantarse de estos golpes. La única explicación para el tollo es la prisa. Quizá la prisa por ser candidato a otro puesto no le permitió ser un buen ministro y los consejeros que buscó no fueron suficientemente leales. El costo también lo paga Abinader que ha tenido que buscar taponeros para salvar cada elemento de la crisis.