Un río de morbo circula hace tres días en los medios y redes sociales de la República Dominicana a propósito de la muerte de la adolescente Esmeralda Richiez en Higuey. La tragedia que envuelve la muerte de una niña de 16 años ha sido vuelta y revuelta con especulaciones sobre la naturaleza de la relación de una estudiante y su profesor y quizá solo el ministerio público como responsable de una investigación tras la tragedia, ha actuado una responsabilidad mínima en un hecho que dolorosamente no es aislado según las estadísticas nacionales. Cuando uno escucha las versiones del entorno familiar nos resulta el doloroso episodio de una crianza temerosa, que no habla de los problemas y situaciones normales en la adolescencia y que por tanto permitieron que Esmeralda muriera sola en su habitación sin pedir la ayuda de las personas que mas la amaban que sin duda son sus padres. La edad media de inicio de la vida sexual en la RD es 13 años. República Dominicana ocupa el quinto lugar en embarazos entre niñas y adolescentes entre países de América Latina y el Caribe. Los datos apuntan a que un 22 por ciento de las adolescentes entre 15 y 19 años en el país ha estado embarazada, a los 19 años alrededor del 42 por ciento de las adolescentes habían sido embarazadas y el 34 por ciento ya es madre. Más del 41% de las adolescentes de 15 a 19 años de la República Dominicana ha tenido relaciones sexuales al menos una vez en su vida. Y de las niñas sexualmente activas un 30% no usa ningún método anticonceptivo. Dicho porcentaje aumenta a más de un 60% en la población perteneciente a estratos sociales más bajos. Los datos son de la Oficina Nacional de Estadísticas. En esta población existe una extremada desorientación sobre la salud sexual y reproductiva, ya que solo el 11% de las encuestadas conoce el periodo de mayor riesgo para quedar embarazada y un 17% cree que no puede quedar embarazada en una primera relación sexual. En República Dominicana a pesar de que está en el currículo para llenar las formas solo el 7% de los estudiantes recibe alguna forma de educación sexual. No hay educación sexual en la escuela pública a pesar de que es el 90% de todos los niños y niñas que va a la escuela está en el sector público. Según los expertos a partir de los 5 años niños y niñas empiezan a preguntar aspectos que se corresponden con su sexualidad. Es una curiosidad natural en la infancia. Los sistemas educativos modernos acompañan a niños y niñas en un proceso de autoconocimiento que les permite entender y defenderse de posibles agresores. Aquí las iglesias se oponen todavía a la educación sexual y los distintos gobiernos se pliegan al discurso religioso. Ese discurso ha provocado cientos si no miles de casos como el de Esmeralda Richiez, algunos salen en los periódicos otros simplemente no llegan ni a estadística. La educación o la falta de ella es sin duda el problema. Es la tragedia de las niñas que son abusadas por adultos, juzgadas en los medios por gente carente de formación para elaborar un análisis certero y condenadas por las mayorías carentes del conocimiento para entender el problema. Cuantas Esmeraldas necesitaremos enterrar para que el país despierte.