La crisis del Partido de la Liberación Dominicana en Santiago es un reflejo de la confusión que dejó el largo ejercicio del poder de esa organización política en la que se confundió el partido con el gobierno e incluso el partido con el Estado. Quienes conocimos el viejo PLD donde eran necesarios los méritos del activismo partidario nos sorprendíamos con gente cuya única experiencia política era un buen puesto en el gobierno. Eso y la prensa de mala muerte convirtió a funcionarios en dirigentes políticos. Ahora que el PLD está fuera del poder se está notando la diferencia y hay peledeistas que no lo acaban de entender. Gústele a quien no le guste la salida de Valentín fue un palo de gallera. Abel contó con el respaldo absoluto de Danilo Medina y el respaldo de Danilo parece que azara y si lo duda pregúntele al Penco. Aunque mientras estaban en el poder no había problemas hay que explicar que el alcalde de Santiago entró a ese puesto público acompañado de mucha gente que era de su corte en la Cámara de Diputados, algunos de los cuales ni siquiera eran cibaeños. Eso causó ruido. Pero cuando muchos peledeistas perdieron su espacio en la administración pública tras la derrota electoral eso causó dolor o ira. El rebú es grande, Valentín se fue, Camejo estuvo a punto de renunciar y hubo que aguantarlo y ahora Silvio Durán acusa a Monchi Fadul de querer la alcaldía y una diputación para sus hijos. Ver a los hijos de los peledeistas en importantes puestos de la administración se nos hizo costumbre, pero mantenerlos en la nomina ahora es más difícil porque el PLD está de capa caída y bajando. Hace unos cinco años cuando escribía para el digital 7 Días hicimos un trabajo sobre la buena suerte que habían tenido los hijos de algunos funcionarios y dirigentes del PLD que en el treintena tenían rangos de viceministro. Algunos nacieron, crecieron y estudiaron con sus padres en el gobierno y tuvieron la suerte de ser “buenos estudiantes” la suerte de conseguir una beca internacional y la suerte de ser favorecidos con un empleo rápido algunos de asistentes de sus padres. Entonces dijimos que trabajar para el estado es un derecho pero algunos tenían mas derecho que otros. La queja en Santiago es que ahora que no hay empleos en el gobierno para todo el mundo dos puestos electivos sean hacia la familia de Monchi Fadul. No necesariamente son puestos pero son posibilidades. Si el número de puestos electivos del PLD cayó en el último proceso es seguro que disminuirá en el próximo. Ayer comentamos brevemente la nota en la que se informaba que Abel Martínez tiene un 40% de aceptación en Santiago. Las encuestas que conozco le dan en esa demarcación su puntuación mas alta pero es un 18. Yo no sé que significa un 18% y eso no tiene nada que ver con lo local porque el dominicano aprendió a dividir el voto pero si el partido está tan bajito es difícil que alcance para la familia de Monchi y los peledeistas que quedan y ese señores es el problema.