Ariel Henry el primer ministro de Haití cuya tozudez respaldada por Estados Unidos impidió una salida negociada a la última crisis haitiana no renunció durante 30 meses de protestas continuas pero ahora está renunciado en Puerto Rico donde ni siquiera se sabe donde se aloja. La semana pasada le comenté a unos colegas que Henry iba a dejar su país como Atila, ni siquiera habría hierba. No tuvo fuerzas ni poder para enfrentar a las bandas armadas que virtualmente tienen el poder de las armas en Haití pero tampoco el valor de servir como ente unificador para buscar una salida negociada a la crisis. Mientras Ariel Henry se empecina en ser primer ministro su país entra en disolución. El criterio de unidad en Haití ha sido difícil desde su propio nacimiento como Estado. Cinco años después de su independencia y tras el asesinato del fundador del estado Jean JAcques Dessalines Haití se divide en una República al sur y un reino en el norte, todo en 27 mil KM2. 200 años después los haitianos siguen atrapados en la división. En las últimas elecciones, esas que ganó Jovenel Moise, apenas votó el 18% de los votantes registrados, pero había 27 candidatos presidenciales de los cuales. Moise obtuvo 590 mil votos y hubo 13 candidatos que no llegaron a mil, pero participaron.. Una nota de Prensa Asociada, que compartimos en el canal de whatsapp, explica cómo, en medio de esa división, de la pobreza extrema y del proceso migratorio normal y hasta cierto punto esperanzador que ocurrió a propósito de la elección de jean Bertrand Aristide empezaron a organizarse las hoy poderosas pandillas. Dice Prensa Asociada que solo René Preval las enfrentó y quizás por eso fue el único presidente que repitió dos periodos en el convulsionado Haití. Quizás tenga que ver con la relativa prosperidad de ese momento que desapareció con el terremoto. Es más que evidente que el pobrísimo liderazgo político haitiano creó el monstruo que lo consume y hoy ojalá lleguen a un acuerdo para enfrentarlo.