Luis Abinader cumple hoy dos años en el gobierno y como no hay encuestas creíbles y creo en las que sé quienes las paga, la evaluación que se haga de su gestión siempre será subjetiva. Subjetivo quiere decir que se basa en los sentimientos de las personas. Y como las evaluaciones son subjetivas los opositores le dan bola negra y los seguidores lo ensalzan. Aunque no son los temas tratados por la oposición política desde aquí entendemos que sus grandes debilidades son el estancamiento de los aspectos básicos de la vida de una sociedad como son la educación y la salud. El país sigue en la misma situación más allá de la crisis provocada por el covid que afectó evidentemente las decisiones en ambas áreas. Como nada toca a más gente que la educación y la salud ese estancamiento o falta de política es más que relevante. No hemos mejorado un punto en la calidad de la educación y el sistema de salud sigue de crisis en crisis esto ultimo porque Abinader no ha cambiado el modelo que se inició con el programa neoliberal de Leonel Fernández en el 96. Abinader tampoco ha tomado decisiones respecto a temas como migración haitiana en que se sigue caminando al ritmo de los gobiernos anteriores y claro está el Código Penal estancado por el tema de las tres causales. Aunque la ultraderecha dominicana es un grupito sin peso electoral es evidente que el gobernante les teme. A su favor están las decisiones en favor de la transparencia que le han generado conflictos con dirigentes de su propio partido y una estabilidad económica sustentada en miles de millones de pesos en subsidios. La promesa de campaña de un ministerio público independiente le ha beneficiado en tanto se ha fortalecido una institución que había sido más que desacertada en las gestiones del PLD y de Hipolito Mejía. El gobierno ha hecho un gran esfuerzo en la recuperación del empleo y las capacidades productivas post covid centradas en el turismo y las zonas francas. El PRM no le ha acompañado al ritmo de sus necesidades. Con una tradición heredado del PRD Guido Gómez Mazara y Ramón Albuquerque han mantenido las riendas tensas. A su favor ha estado la debilidad del PLD y la falta de credibilidad que sigue inspirando Leonel Fernández. El de hoy seguro que será un discurso-planteamiento dado que el presidente no rinde cuentas hasta febrero. El escenario de Santiago no puede ser mejor porque habla de su política de descentralización y segundo porque fortalece una población votante que define el panorama y que fue sin duda la que le llevó al poder.