La ciencia no puede explicar cómo a la distancia la madre está conectada con su bebé, pero esa conexión es irrefutable. Sus pechos se llenan de leche cuando ella piensa en su bebé, cuando escucha a su bebé llorar. El apego es un diálogo que florece en los primeros días, meses y años. Necesitan darse periodos extensos de contacto. Tenemos que tocar y sentir a nuestros bebés.