En la vida política dominicana hay personas que nunca absolutamente nunca han estado al lado de lo bueno. Por experiencia profesional cuando veo que algunos defienden algo trato de investigar, porque lo que defienden normalmente son sus intereses o los intereses de quienes de alguna manera le benefician. En el caso del Código Penal hay muchos ejemplos. Una piara de senadores y diputados tienen apuro en que sea aprobado a pesar de las decenas de observaciones realizadas por distintos sectores de la vida nacional. Las más importantes claro está las de la Procuraduría General de La República. Que haya senadores defendiendo pasar por encima a las recomendaciones de la entidad que tendrá que aplicar el código indica en mucho la capacidad de desmadre de los políticos dominicanos no importa cual fuere el partido. En la mayoría de los casos son caimanes del mismo charco. Santiago Zorrilla perremeista por El Seibo, pasó por el congreso a firmar un informe de camino a la clínica donde fue ingresado por Covid. Rogelio Genao dice que se le puede enviar el informe a la clínica para que lo firme ahí y por escaner a Dionis Sánchez que está fuera del país. Jesús Ogando, diputado también perremeista, pidió un cacerolazo nacional en demanda de la aprobación urgente de la pieza, por suerte ni en su iglesia, la Bautista reformada, le hicieron caso porque anoche no se escuchó ni un tin. Ogando no es consciente de sus propias fuerzas o de su propia debilidad cuando se está fuera del circulo de mañas que es el Congreso Dominicano. Qué puede esperar un ciudadano o ciudadana de a pie de un congreso que se pasa las recomendaciones de la procuradora por donde no les da el sol y ni siquiera disimula. Ese congreso ha oficializado todo el mal que ha tocado a este país en las ultimas décadas y lo único cierto es que a más de los privilegios que los propios legisladores se otorgan, en la mayoría de los casos terminan como personas muy, muy adineradas. La prisa de Rogelio Genao es un aviso. Si le conviene a él nos perjudica a todos y todas.