"Las campañas sucias no son ni deben ser parte del marketing electoral y político, por eso existen normas para su control. El engaño y la ridiculización son estrategias psicológicas que se encuentran potencialmente en toda situación social humana y, sobre todo, en las que hay mucho para ganar o perder. La campaña sucia es la fase más cruel de un enfrentamiento o de una competencia política, económica y social."