"Un lugar común de los años del dorado autoritarismo establecía que el Presidente de la República enloquecía, allá por el tercer o cuarto año de su mandato. Esta regla, como todas, tiene excepciones; hubo algunos que llegaron ya locos y uno que otro, a partir del segundo ya rayaba en la insania.El sistema político que padecimos y los modos de hacer política que estimuló —que la casi totalidad de la clase política adoptó sin remilgo alguno—, era de naturaleza tan perversa, que él mismo impulsaba y estimulaba aquel enloquecimiento.(...)Lo curioso de esto que llamo “el endiosamiento” de nuestros gobernantes, es que mucho del trabajo para lograrlo lo realizan los más cercanos, los de absoluta confianza y que jamás se atreven a contradecir al jefe, más que “el endiosado”. Son los que al preguntarles éste “¿Qué hora es”?, prestos responden: ¡La que usted diga, Jefe! Vea a Calderón y sus cercanísimos." (Ángel Verdugo / columna: TAL CUAL / periódico: EXCELSIOR / 22 de febrero, 2013)